jueves, 13 de septiembre de 2012

La conciencia tranquila.

Uno de estos días, cenando, Sara me comentó que desde hace un par de noches no duerme como siempre (es decir, como un tronco), sino que se despierta varias veces.  Me he sorprendido a mi misma soltándole una frase que mi madre nos decía de vez en cuando: "será que no tienes la conciencia tranquila". Ella rió y me pidió una explicación para semejante respuesta. He recurrido al ejemplo tradicional: Pepito Grillo, las mentiras, la tranquilidad de hacer las cosas bien...en fin, una serie de razonamientos generales a los que, estoy convencida, no le ha prestado demasiada atención.

¿Qué es realmente tener la conciencia tranquila? y lo pregunto desde el convencimiento más absoluto de que la conciencia, como el alma, existe, a pesar de que los horrores del mundo nos hagan pensar lo contrario. Yo, que soy la eterna optimista, también me pregunto a veces cómo algunas personas pueden irse a dormir plácidamente, satisfechas e incluso orgullosas de lo que han hecho día tras día durante su vida
Por supuesto, le doy de comer aparte a asesinos, violadores, pederastas, maltratadores....y toda clase de alimañanas que pueblan nuestro mundo y que me cuesta pensar que sean seres humanos.
Pero si de lo que se trata es de personas "normales", aunque no me gusta nada esa palabra, con vidas y aspiraciones normales (incluida que te toque la primitiva) saber si tienen conciencia, y si ésta les habla de noche o de día, si la engañan o la respetan se me antoja aún más complicado.
¿Duermen tranquilos los que nos juzgan desde la distancia sin conocernos, solamente por lo que han oído o creen saber, los que se dejan llevar por la primera impresión y sacan conclusiones absolutas sin saber nuestras circunstancias personales? Probablemente, si.
¿Duermen tranquilos los que nos mienten, nos utilizan y pretenden convencernos de que todo ha sido sin intención de hacer daño? Seguro que si.
¿Duermen tranquilos los que pretenden manipularnos disfrazados de personas honestas y desinteresadas, o los que acumulan rencor sin buscar razones y se consideran dueños de la verdad absoluta? Quizá si
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En mi caso, duermo muy tranquila, quizá porque los errores que he cometido a lo largo de los años, ya me han pasado la factura y han cobrado... Así que estoy en un momento de mi vida en el que hago lo que creo que debo hacer y es así como me siento bien. Tal vez parezca una obviedad...pero no lo es.

Por multitud de causas, una de ellas la inexperiencia y otra el sentimiento de culpabilidad, uno se pasa algunos períodos de su etapa adulta haciendo las cosas como otros consideran correcto y justificándonos si las hacemos de modo diferente.
Es agotador, además de imposible, pretender contentar a todos, explicar cada decisión como si se compareciera ante un tribunal cada día y sentir que mi vida y mis cosas son patrimonio de todos. La familia es la gran consejera (o agorera según se mire) que se desea tener muy cerca y al mismo tiempo bien lejos.

A mi no me agobia la soledad, al contrario, me gusta, me llena, me aporta equilibrio. Y en algunas ocasiones lo que más deseo es aislarme, estar tranquila, sin más compañía que lo que siento y más sonido que el silencio....(y eso que quien me conoce sabe que hablo mucho...) A veces me apetecería coger un avión sin rumbo fijo y no volver...o tal vez algo más sencillo: no levantarme de la cama en varios días.  ¿Eso será normal? Estoy convencida de que si, de que nos pasa un poco a todos...pero no lo reconocemos porque pensamos que podemos herir a los que nos rodean haciéndoles sentir que no somos felices, que no estamos contentos con nuestra vida, con lo que nos rodea y, por extensión, tampoco con ellos. Pero cierto grado de insatisfacción forma parte de la ambición que nos ayuda a seguir creciendo, siempre y cuando ese descontento no nos inmovilice y nos convierta en personas amargadas.

Supongo que es humano pensar de vez en cuando en "qué hubiese sido de mi vida si..." (esto era una sección de una revista...). Es decir, encadenar una serie de recuerdos sobre situaciones y momentos concretos del pasado en el que las decisiones que tomamos tienen como consecuencia el lugar en el que estamos. El efecto que produce reflexionar sobre estas cosas es desasosiego, inquietud... y eso nos lleva al desvelo. Incluso creo que este tipo pensamientos demuestran un cierto grado de masoquismo... Al mismo tiempo tienen su punto interesante pero casi siempre agridulce. Todos hemos hecho cosas que nos avergüenzan, decisiones de las que nos arrepentimos y recordamos palabras que tragarnos... O, al menos, yo sí.

Es ahí donde la conciencia no nos da tregua... ese momento de soledad en el que traemos de vuelta a nuestra mente a las personas con las que hemos sido injustos, las  que hemos dejado en el camino sin considerar su opinión o sus sentimientos, las que se fueron dejándonos un dolor dañino o una alegría inmensa. Pero lo que produce verdadera desazón, más que las personas, son las decisiones que han marcado nuestro camino... El viaje al pasado es inútil y en muchos casos, doloroso. Por algún aspecto retorcido de mi personalidad, de vez en cuando me dedico a analizar mi vida, mi carácter, mis dudas, mi fortaleza, mi debilidad y mi soberbia. Pero sobre todo mis verdades... esas que admites ante el espejo y no te gustan pero que se convierten en tu mejor aliado cuando las asumes, te desnudas y mejoras... porque mejorar es la única misión cuya victoria me permite que la conciencia me deje dormir tranquila.