lunes, 1 de diciembre de 2014

El minuto de silencio....

Bajo mi punto de vista, un minuto de silencio es un gesto de respeto y reconocimiento a una persona que ya no está y por la que sentimos admiración y/o afecto. Y por ese concepto personal, la imagen de la plantilla del Deportivo hoy, en Abegondo, guardando un minuto de silencio en memoria del tal Jimmy me parece lamentable.

Y no porque piense que la muerte de este "aficionado" sea cuestión menor....ni mucho menos. Todas las muertes son dolorosas, sobre todo para la familia y amigos. Pero alguien que es padre de dos hijos y viaja 500 kilómetros para partirse la cara con energúmenos vestidos con una camiseta diferente a la suya no merece ningún homenaje. Lo siento, pero lo veo así.
Esta muerte es estúpida, inútil, pero en cierto modo esperable cuando lo que mueve los impulsos de las personas es una conducta irracional de odio y violencia poniendo como excusa el fútbol.

Y de eso va la cosa...de fútbol. Bueno...en realidad no. El fútbol no tiene la culpa de nada. Es un juego maravilloso que consigue despertar tristezas inmensas y alegrías infinitas.
 
Cuando la temporada pasada tuve la suerte de ver al BarÇa (para los que no lo sabéis, soy culé) contra el deportivo en A Coruña ya comenté en Facebook un "incidente" que presencié mientras nos íbamos del estadio. Para los susceptibles aclaro que sucedió en A Coruña pero podría pasar en cualquier campo de fútbol de España, desgraciadamente.

Un padre salía con su hijo de más o menos 10 años al lado. Caminábamos a la par en el medio de un montón de gente. Comentaban el partido y el chaval, decepcionado por la derrrota, decía que con Messi en contra era difícil ganar un partido. Su padre, en ese momento, presa de un malestar ciego le responde: "lo que había que hacer era partirle una pierna y así ya no juega". Casi se me cae el alma al suelo. Porque lo decía en serio, su gesto desencajado le delataba.
 
Me enfadé...tuve que contar hasta 20 para no responderle.... Así nos va...el fanatismo nos nubla la perspectiva y nos convierte en seres desprovistos de todo raciocinio. La respuesta que yo le daría a ese niño sería... Pues si, la verdad es que no conseguimos ganar, pero qué suerte la nuestra poder ver a uno de los mejores jugadores de la historia. Esa es la realidad de las cosas. Afortunados los que podemos verlos en directo y disfrutar del juego. Y quien dice Messi, dice Cristiamo Ronaldo o dice Isco o dice Iniesta. ¿Cómo podemos transmitir un odio tan visceral y decirnos personas civilizadas? El fanatismo lo pudre todo y el deporte no es una excepción.
 
Cada vez que veo en la televisión las imágenes de personas desencajadas insultando a futbolistas porque llevan una u otra camiseta, escudados en un "amor" absurdo e irracional a unos colores, cantando estrofas racistas, caminando por la calle entre policías a caballo porque son aficionados del equipo visitante y hay que "escoltarlos" como si estuviésemos en guerra, o increpando a los profesionales mientras entrenan porque han perdido un partido por goleada, o peleando como fieras entre gestos obscenos,  y miradas de auténticos desquiciados....siento miedo pero sobre todo una tremenda tristeza. Porque cada vez son más jóvenes los descerebrados que llevan su bufanda hasta las últimas consecuencias y no disfrutan del deporte, solo están pendientes de odiar al contrario y viven los partidos con violencia. Me pregunto cuál es la semilla de todo esto y llego a la conclusión de siempre: la educación que damos a nuestros hijos.
 
Creo que ya he comentado en alguna ocasión que Sara practica baloncesto. No lo hace mal pero nunca será una gran jugadora entre otras cosas porque le falta talento. Pero ella tiene mucha ilusión, va a entrenar tres días a la semana durante hora y media muy contenta, quiere aprender, es trabajadora y, por supuesto, le gusta ganar. Se divierte y practica deporte. Hasta ahí, creo yo, todo correcto. Los inconvenientes aparecen cuando los padres y madres se meten en el medio....Porque he observado que hay quien está convencido de que su hijo o hija es Messi o Gasol trasladando el tema al baloncesto y que ellos son sus representantes. Y eso es francamente peligroso.
 
He visto en la grada a padres y madres absolutamente trastornados, insultando a  niños del equipo rival  y discutiendo con  otros padres por si esto o aquello fue personal o penalti...  Incluso, en algún caso, elevando la tensión hasta llegar al enfrentamiento personal... El deporte es lo de menos, es solamente la  excusa para que los energúmenos o energúmenas, den rienda suelta a sus frustraciones o a sus ansias de notoriedad. Son los padres o madres los que quieren ganar, los que inculcan la falta de respeto al rival o al árbitro, los que justifican cualquier cosa con tal de conseguir la victoria y hacen de unas horas de diversión un auténtico calvario. De estas situaciones que describo a las imágenes de la tele no hay tanta diferencia y por eso me producen tristeza.
 
Yo, cuando Sara llora porque pierde, le recuerdo las palabras de su padrino "¿qué se hace cuando se pierde?" y ella, que no las ha olvidado, me contesta: "seguir entrenando". Cuando se queja de que una niña la empujó y el árbitro no pitó personal le digo que quizá no lo vio o no era para tanto. Cuando comenta que jugó poco tiempo le contesto que todas las niñas quieren jugar y hay algunas que son mejores que ella, o tienen más experiencia. Cuando critica a las rivales, le recuerdo que también son niñas a las que le gusta el baloncesto y que simplemente juegan en otro club. Y cuando gana y está feliz le insisto en que disfrute porque esa sensación es hermosa si no se vicia.

Y viciada está nuestra sociedad cuando tanta gente es capaz de organizar y participar en una pelea multitudinaria sin más razón que llevar banderas de equipos de fútbol diferentes y llegar al extremo de matar a alguien. Creo que a esa gentuza ni le gusta ni le interesa el fútbol y ya es hora de que se tomen medidas verdaderamente serias contra estos personajes. Y que los que nos escandalizamos al presenciar estos hechos seamos conscientes de que el problema no está solamente en primera división y que erradicar la violencia del colegio, del deporte, de la vida en definitiva es labor de todos.
 
Siempre digo que el día que España ganó el mundial fue uno de los momentos más felices de mi vida. Muchos no lo entienden, otros no se lo creen, pero es que el fútbol es precioso y te da instantes especiales igual que un buen libro, un viaje, una obra de teatro, una película o una canción. No hay que estropearlo...

jueves, 20 de noviembre de 2014

Ser niño....

Así que hoy es el día del niño... me ha parecido un momento tan bueno como otro cualquiera para reanudar mi actividad como "escritora", señal inequívoca de que las aguas regresan a su cauce aunque sea lentamente...
 
¿Qué significa ser niño...? Buena pregunta, sin duda. Tal y como van las cosas, la infancia es un período cada vez más corto y con una exigencia muy alta. No entraré a valorar la imposibilidad de conciliar la vida laboral y familiar porque no es el camino que quiero recorrer hoy en mi retorno al blog que creé hace ya algún tiempo con mucha ilusión. Ilusión,  una palabra que me encanta, porque siempre que la pronuncio me arranca una sonrisa. Ilusión es un sinónimo de ser niño. A no ser que leas los informes de Unicef o cualquier otra ONG o asociación que trabaje en favor de la infancia. Ahí las palabras ya cambian.
 
Nuestros niños, los de mi entorno estrecho, son afortunados. Van al colegio en vez de a trabajar picando piedra o ser obligados a prostituirse. Se les despierta por la mañana con un beso y una sonrisa entre sábanas limpias y calentitas, no con un grito o una patada en plena calle o quizá en su propia casa. Se les viste combinando colores y peinándolos con gomina, protegidos del frio con bufandas que hace su abuela y se les lleva de la mano a cualquier lugar desconocido. Ellos no caminan desorientados hacia ninguna parte, con las manos heladas y los ojos secos. Comen lo que les gusta y lo que no, incluso a veces entre riñas y llantos, porque ellos no tienen que mendigar ni rebuscar entre la basura algo que llevarse a la boca. Tienen tantas cosas que ya no saben que pedir a los Reyes Magos aunque siguen jugando en la calle o con el objeto más insospechado, mientras que otros no han visto nunca un juguete de cerca porque están ocupados tratando de sobrevivir. A nuestros niños les damos nuestra energía, nuestro tiempo, nuestro amor... Otros solamente reciben golpes e indiferencia y crecen en la más absoluta soledad. Nuestros niños, si tosen o les duele la barriga o tienen la varicela o algo incluso más complicado, tienen médicos a los que acudir, hospitales para ser tratados.... Otros, directamente, se mueren.
 
Pero no voy a seguir por ahí...Todos somos conscientes que la desigualdad y la injusticia también la pagan los niños (y mucho) y que el mundo es muy grande y la capacidad para cambiarlo no lo es tanto. Pero a mi me gusta confiar en el ser humano, me gusta tener ilusión... ya lo había dicho antes.
 
Algunas personas dicen que ser niño no es una cuestión de edad, sino de actitud (véase Peter Pan). Otros que es una etapa más o menos divertida o traumática en función de cómo le haya ido en el colegio. Hay quienes aseguran que es un período que se puede "obviar" y otros, por el contrario, aseguran que la infancia marca de una forma decisiva cómo será nuestra personalidad y nuestra vida futura.
 
Desde mi punto de vista ser niño es un chollo o una cruz (según se mire). Si eres niña, lo tienes todavía más complicado...pero tampoco es el tema de hoy.
 
Digo chollo porque te puedes permitir casi de todo. A ver... como regla general, comer sin engordar, decir algo inconveniente y que haga gracia,  llorar en público sin que nadie te tome por loco, entrar en todas partes sin pagar, paralizar el corazón de las personas cuando sonríes o dices "te quiero", movilizar un ejército cuando te has perdido en el centro comercial por despistarte jugando a Mario Bross, ir a la playa, al parque, al cine, a cumpleaños y fiestas y quedarte dormido si te da la gana, hacer tus necesidades "siempre y en todo lugar" como si fueses Dios y que hasta se celebre como si tocara la primitiva, viajar en sillas extraterrestres para coche, en carritos con aspecto de monoplaza de fórmula 1 y lo mejor de todo: "el colo", esa sensación indefinible de protección, de comodidad.... Si, si... más bien ese morro que le echan para no andar cuesta arriba....
 
Y digo que no tan chollo porque, sin darnos cuenta, a veces, cargamos a nuestros niños con responsabilidades excesivas, subimos el listón de la exigencia sin preguntarles y tenemos reacciones desproporcionadas que, obligatoriamente, ellos han de asumir a pesar de que no las entiendan. Lo expresa muy bien el gran Serrat en su canción "Esos locos bajitos" cuya letra debería ser un manual de instrucciones para padres.
 
Para mi, la niñez es ese momento concreto al que, alguna vez, he querido volver buscando refugio. Si cierro los ojos casi puedo tocarlo,  permanece en la memoria sin riesgo de deterioro o pérdida, me reconforta, me hace fuerte y me recuerda quien soy. Es por eso que el motor que alimenta mi vida es la ilusión. Si la mantengo, seguiré allí.