jueves, 20 de noviembre de 2014

Ser niño....

Así que hoy es el día del niño... me ha parecido un momento tan bueno como otro cualquiera para reanudar mi actividad como "escritora", señal inequívoca de que las aguas regresan a su cauce aunque sea lentamente...
 
¿Qué significa ser niño...? Buena pregunta, sin duda. Tal y como van las cosas, la infancia es un período cada vez más corto y con una exigencia muy alta. No entraré a valorar la imposibilidad de conciliar la vida laboral y familiar porque no es el camino que quiero recorrer hoy en mi retorno al blog que creé hace ya algún tiempo con mucha ilusión. Ilusión,  una palabra que me encanta, porque siempre que la pronuncio me arranca una sonrisa. Ilusión es un sinónimo de ser niño. A no ser que leas los informes de Unicef o cualquier otra ONG o asociación que trabaje en favor de la infancia. Ahí las palabras ya cambian.
 
Nuestros niños, los de mi entorno estrecho, son afortunados. Van al colegio en vez de a trabajar picando piedra o ser obligados a prostituirse. Se les despierta por la mañana con un beso y una sonrisa entre sábanas limpias y calentitas, no con un grito o una patada en plena calle o quizá en su propia casa. Se les viste combinando colores y peinándolos con gomina, protegidos del frio con bufandas que hace su abuela y se les lleva de la mano a cualquier lugar desconocido. Ellos no caminan desorientados hacia ninguna parte, con las manos heladas y los ojos secos. Comen lo que les gusta y lo que no, incluso a veces entre riñas y llantos, porque ellos no tienen que mendigar ni rebuscar entre la basura algo que llevarse a la boca. Tienen tantas cosas que ya no saben que pedir a los Reyes Magos aunque siguen jugando en la calle o con el objeto más insospechado, mientras que otros no han visto nunca un juguete de cerca porque están ocupados tratando de sobrevivir. A nuestros niños les damos nuestra energía, nuestro tiempo, nuestro amor... Otros solamente reciben golpes e indiferencia y crecen en la más absoluta soledad. Nuestros niños, si tosen o les duele la barriga o tienen la varicela o algo incluso más complicado, tienen médicos a los que acudir, hospitales para ser tratados.... Otros, directamente, se mueren.
 
Pero no voy a seguir por ahí...Todos somos conscientes que la desigualdad y la injusticia también la pagan los niños (y mucho) y que el mundo es muy grande y la capacidad para cambiarlo no lo es tanto. Pero a mi me gusta confiar en el ser humano, me gusta tener ilusión... ya lo había dicho antes.
 
Algunas personas dicen que ser niño no es una cuestión de edad, sino de actitud (véase Peter Pan). Otros que es una etapa más o menos divertida o traumática en función de cómo le haya ido en el colegio. Hay quienes aseguran que es un período que se puede "obviar" y otros, por el contrario, aseguran que la infancia marca de una forma decisiva cómo será nuestra personalidad y nuestra vida futura.
 
Desde mi punto de vista ser niño es un chollo o una cruz (según se mire). Si eres niña, lo tienes todavía más complicado...pero tampoco es el tema de hoy.
 
Digo chollo porque te puedes permitir casi de todo. A ver... como regla general, comer sin engordar, decir algo inconveniente y que haga gracia,  llorar en público sin que nadie te tome por loco, entrar en todas partes sin pagar, paralizar el corazón de las personas cuando sonríes o dices "te quiero", movilizar un ejército cuando te has perdido en el centro comercial por despistarte jugando a Mario Bross, ir a la playa, al parque, al cine, a cumpleaños y fiestas y quedarte dormido si te da la gana, hacer tus necesidades "siempre y en todo lugar" como si fueses Dios y que hasta se celebre como si tocara la primitiva, viajar en sillas extraterrestres para coche, en carritos con aspecto de monoplaza de fórmula 1 y lo mejor de todo: "el colo", esa sensación indefinible de protección, de comodidad.... Si, si... más bien ese morro que le echan para no andar cuesta arriba....
 
Y digo que no tan chollo porque, sin darnos cuenta, a veces, cargamos a nuestros niños con responsabilidades excesivas, subimos el listón de la exigencia sin preguntarles y tenemos reacciones desproporcionadas que, obligatoriamente, ellos han de asumir a pesar de que no las entiendan. Lo expresa muy bien el gran Serrat en su canción "Esos locos bajitos" cuya letra debería ser un manual de instrucciones para padres.
 
Para mi, la niñez es ese momento concreto al que, alguna vez, he querido volver buscando refugio. Si cierro los ojos casi puedo tocarlo,  permanece en la memoria sin riesgo de deterioro o pérdida, me reconforta, me hace fuerte y me recuerda quien soy. Es por eso que el motor que alimenta mi vida es la ilusión. Si la mantengo, seguiré allí.

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