Por si alguno de los que me leéis no conocéis el dicho, os resuelvo la duda: La gata Flora, si se la metes grita y si se la sacas llora...
Es una de las frases míticas del gran Pibe (DEP) que quizá conocíais. Era un músico y arreglista estupendo, de carácter fuerte y espíritu libre con quien tuve el placer de trabajar y aprender unos cuantos años. Tenía un repertorio variado de expresiones ingeniosas importadas de su Argentina natal o de cosecha propia que pronto se convirtieron en parte de nuestro vocabulario, del mío especialmente.
Quizá el dicho de la gata no se caracteriza por su finura, pero tiene la virtud de que sirve tanto para un roto como para un descosido....Algo así, como "decídete ya, que pareces la gata Flora"
Pues algunas "comisiones de fiestas" (y hablo en general) son un poco así. A lo largo de mis años en las orquestas, me he encontrado con personas que nunca habían sido nada relevante en su vida y de pronto tenían un "cargo", presidente de comisión de fiestas, y se comportaban como si fuesen ministros... Era de risa. Aún no habíamos bajado de la furgoneta y ya tenían mil cosas para decir, instrucciones que dar y cosas que criticar. Si había más personas delante observando su labor, la cantidad de inconvenientes, reproches e incluso amago de bronca, aumentaba cuantitativamente...
Los miembros de las comisiones, a veces, son fácilmente identificables. Llevan las camisetas del mismo color con frases presuntamente ingeniosas, curran como locos en el chiringuito, piden canciones, pretenden contarte con todo lujo de detalles lo que han trabajado para conseguir el dinero que le van a pagar a la orquesta y a última hora les encanta subirse al escenario. En muchas ocasiones, prácticamente la mayoría, son dignos de admiración y respeto... Pero otras veces....lo que te apetecía en realidad era recoger el telderete, subir a la furgoneta y decir aquello de "toca tu".
Mis dos primeros años en Los Satélites fui una simple observadora en lo que se refería al trato directo con ell@s. No tenía ningún protagonismo en el sentido de ser una cara identificable a la que pudieran dirigirse para presentar una queja/petición formal. Era joven, cantaba bien, cumplía, pero no sabía bien el terreno que pisaba ni me implicaba más de lo necesario en ese tipo de labores de "relaciones públicas" aunque he de decir que con el paso de las temporadas eso evolucionó y mucho. El que llevaba ese peso a su espalda eran Lenny y Saavedra, claro. Realmente era duro lidiar con según qué tipo de personas que además, tenían una imagen de la orquesta a priori nada favorable: clásica, repertorio aburrido, mucho instrumental, poco dinamismo y un largo etc.
En el año 1994, las fiestas no eran lo que son ahora en muchos sentidos pero sí en la responsabilidad de hacer tu trabajo bien, día tras día, sin fisuras, con la cruz (hermosa, pero cruz al fin y al cabo) de estar donde estás y la obligación de defenderlo. En muchos casos, las comisiones de fiestas no te lo ponían fácil. Ahí van unos cuantos ejemplos de lo que es comportarse como la gata Flora.
Nada más llegar, te abruman con la exigencia de que hoy lo hagas igualito que hace 15 días porque te vieron no sé donde y arrasaste....No vaya a ser que en su pueblo no te esfuerces lo suficiente o no seas una máquina perfecta.
Otra muy común era citarte qué temas no debías tocar porque "a la gente no le gustan, son instrumentales y se aburren"- se justificaban- Luego, bajas del escenario y el público te pregunta por qué no las tocaste.
Y es que, entre los miembros de una comisión de fiestas es habitual que haya un supuesto entendido en música cuyo abuelo, o padre o hermano fué músico hace no sé cuántos años y se siente legitimado para opinar como si la orquesta fuese suya.
Y es que, entre los miembros de una comisión de fiestas es habitual que haya un supuesto entendido en música cuyo abuelo, o padre o hermano fué músico hace no sé cuántos años y se siente legitimado para opinar como si la orquesta fuese suya.
Una de los comportamientos que me ponía de los nervios era el comentario burlón "estos non son os Satélites de antes". Mi respuesta, a medida que pasaban los años y los escenarios me fueron curtiendo se hizo más tajante: "Señor, usted se jubilará, ¿verdad? Pues los músicos también". Incluso algún día de esos en los que el cable se me cruzaba irremediablemente solté, con mucha ironía, que hasta los músicos tenían derecho a morirse.
La cuestión de los horarios siempre ha sido conflictiva...Nunca tienen claro lo que quieren e incluso dependiendo del escalofón de tu interlocutor la versión cambia. Lo de ir tocando para que la gente te oiga y vaya saliendo de su casa es un clásico cuando el lugar de la fiesta está un poco alejado de las casas...jajaja. Suerte para nosotros que podíamos divertirnos interpretando temas preciosos con grandes arreglos y mucho trabajo de ensayo que casi nunca se tocaban porque "no se los vendíamos a nadie", expresión cuya traducción es que el público no los escucha o se queda indeferente y por tanto, no sirven. Y había unos cuantos maravillosos que sonaban....buf, espectaculares.
El tema dedicatorias de canciones o lectura de carteles de fiestas, matrículas de coches y otros menesteres también es ejemplo claro del mal de la gata Flora que afectaba a muchas comisiones de fiestas aquellos años. Uno de sus miembros te indicaba que nada de parar la fiesta para esas cosas...Y luego otro se acercaba al escenario gesticulando como un poseso porque no leías la nota que te había dado hacía un rato. Ni que nosotros fuésemos adivinos y supiésemos que la nota venía de los "jefazos". Si es que donde mandan muchos...
El trato directo con los miembros de las comisiones de fiestas ha cambiado (como casi todo) a lo largo de los años, y en muchos casos ha sido para peor. En esta cuestión muchos músicos, cantantes, montadores etc. deberían entonar el mea culpa porque de la buena voluntad de muchos cuando se tocaba en su fiesta, abusaron unos pocos y alrededor de las orquestas se fué creando una leyenda negra (quizá merecida en algunos casos) que salpica ya a generaciones posteriores que la sufrimos injustamente y que ha derivado en frialdad, desconfianza y a veces actitudes prepotentes de "yo pago, yo mando" difíciles de comprender.
Las comisiones de fiestas las forman un grupo de personas, que se esfuerzan para hacer de sus días los mejores de la comarca y rivalizan con pueblos o parroquias vecinas en orquestas y cantidad de días de fiesta. Se pelean (en sentido figurado) con representantes de distintas oficinas que los vuelven locos porque una cosa es lo que la comisión quiere comprar y otra lo que los "tratantes de orquestas" pretenden venderles. También luchan con sus propios vecinos y la rumorología de lo que hacen con el dinero de la parroquia, si lo emplean bien o se van de cena; tienen sus más y sus menos con los que montan el bar u otros chiringuitos, los metros que ocupan y lo que pagan; tienen disputas con las orquestas (el lugar en el que se pone la mesa de sonido es un clásico) que hay que reconocer que también incordian lo suyo y finalmente la madre de todas las batallas...la climatología. Y es que, en nuestra Galicia, aunque sea 25 de julio y Santiago Apóstol sea el patrón de España, puede que llueva a cántaros y todo se vaya a la mierda.
Está claro que para formar parte activa de una comisión de fiestas hay que tener mucha gana de lío, de quebraderos de cabeza, de afán de protagonismo o simplemente amor por la parroquia y sus tradiciones para embarcarse en semejante locura. Yo he vivido fiestas en apariencia muy pequeñas, en lugares bastante remotos (una loma con cojones que ya habréis leido la parte I de esta historia y somos colegas y compartimos terminología) en las que no te explicas cómo cuatro casas pueden pagar una orquesta de las caras un sábado de agosto y empiezas a comprender el esfuerzo que supone implicarse para "facer a festa".
A pesar de que, por supuesto, hay muchas fiestas que organizan y pagan (tarde, mal y arrastro por cierto) los ayuntamientos, el grueso de las fiestas de Galicia son obra de la locura de las comisiones de fiestas. Y gracias a esa locura viven muchas familias.
No olvidemos que las fiestas de unos son el trabajo de otros.
El trato directo con los miembros de las comisiones de fiestas ha cambiado (como casi todo) a lo largo de los años, y en muchos casos ha sido para peor. En esta cuestión muchos músicos, cantantes, montadores etc. deberían entonar el mea culpa porque de la buena voluntad de muchos cuando se tocaba en su fiesta, abusaron unos pocos y alrededor de las orquestas se fué creando una leyenda negra (quizá merecida en algunos casos) que salpica ya a generaciones posteriores que la sufrimos injustamente y que ha derivado en frialdad, desconfianza y a veces actitudes prepotentes de "yo pago, yo mando" difíciles de comprender.
Las comisiones de fiestas las forman un grupo de personas, que se esfuerzan para hacer de sus días los mejores de la comarca y rivalizan con pueblos o parroquias vecinas en orquestas y cantidad de días de fiesta. Se pelean (en sentido figurado) con representantes de distintas oficinas que los vuelven locos porque una cosa es lo que la comisión quiere comprar y otra lo que los "tratantes de orquestas" pretenden venderles. También luchan con sus propios vecinos y la rumorología de lo que hacen con el dinero de la parroquia, si lo emplean bien o se van de cena; tienen sus más y sus menos con los que montan el bar u otros chiringuitos, los metros que ocupan y lo que pagan; tienen disputas con las orquestas (el lugar en el que se pone la mesa de sonido es un clásico) que hay que reconocer que también incordian lo suyo y finalmente la madre de todas las batallas...la climatología. Y es que, en nuestra Galicia, aunque sea 25 de julio y Santiago Apóstol sea el patrón de España, puede que llueva a cántaros y todo se vaya a la mierda.
Está claro que para formar parte activa de una comisión de fiestas hay que tener mucha gana de lío, de quebraderos de cabeza, de afán de protagonismo o simplemente amor por la parroquia y sus tradiciones para embarcarse en semejante locura. Yo he vivido fiestas en apariencia muy pequeñas, en lugares bastante remotos (una loma con cojones que ya habréis leido la parte I de esta historia y somos colegas y compartimos terminología) en las que no te explicas cómo cuatro casas pueden pagar una orquesta de las caras un sábado de agosto y empiezas a comprender el esfuerzo que supone implicarse para "facer a festa".
A pesar de que, por supuesto, hay muchas fiestas que organizan y pagan (tarde, mal y arrastro por cierto) los ayuntamientos, el grueso de las fiestas de Galicia son obra de la locura de las comisiones de fiestas. Y gracias a esa locura viven muchas familias.
No olvidemos que las fiestas de unos son el trabajo de otros.