viernes, 29 de noviembre de 2013

El fútbol no hay que estropearlo...

He decidido que de este tiempo con muletas y el dichoso reposo he de sacar sí o sí una experiencia positiva (o varias). Una, desde luego, es como se vuelca la familia en ayudar, animar y servir...si, servir porque madera de marquesa mandona siempre he tenido y últimamente lo he confirmado. Pero bueno, eso ya lo sabía así que no cuenta.
 
Estoy aprovechando todos los momentos ociosos, que son bastantes, para reflexionar sobre lo que significa "estar bien". No quiero frivolizar, porque al fin y al cabo un pie fastidiado ni es grave ni es importante, pero desde luego limita y cabrea.
 
Así que, cuando he conseguido asimilar lo que ocurre, he buceado en mi interior buscando la paciencia necesaria para afrontar estas horas interminables en reposo. ¿la he encontrado? pues no.
He leído hasta cansarme sin ruidos ni interrupciones, como a mi me gusta, porque la mañana con niños en el colegio da para mucho y he visto la tele más de lo que hubiera deseado... Excepto el sábado pasado que la vi a gusto... tres partidos de fútbol. Como debe ser.
 
Y de eso va la cosa...de fútbol. Bueno...en realidad no. El fútbol no tiene la culpa de nada. Es un juego maravilloso que consigue despertar tristezas inmensas y alegrías infinitas.
 
Cuando el año pasado tuve la suerte de ver al BarÇa (para los que no lo sabéis, soy culé) contra el deportivo en A Coruña ya comenté en Facebook un "incidente" que presencié mientras nos íbamos del estadio. Un padre salía con su hijo de más o menos 10 años al lado. Caminábamos a la par en el medio de un montón de gente. Comentaban el partido y el chaval, decepcionado por la derrrota, decía que con Messi en contra era difícil ganar un partido. Su padre, en ese momento, presa de un malestar ciego le responde: "lo que había que hacer era partirle una pierna y así ya no juega". Casi se me cae el alma al suelo. Porque lo decía en serio, su gesto desencajado le delataba.
Me enfadé...tuve que contar hasta 20 para no responderle.... Así nos va...el fanatismo nos nubla la perspectiva y nos convierte en seres desprovistos de todo raciocinio. La respuesta que yo le daría a ese niño sería... Pues si, la verdad es que no conseguimos ganar, pero qué suerte la nuestra poder ver a uno de los mejores jugadores de la historia. Esa es la realidad de las cosas. Afortunados los que podemos verlos en directo y disfrutar del juego. Y quien dice Messi, dice Cristiamo Ronaldo o dice Isco o dice Iniesta. ¿Cómo podemos transmitir un odio tan visceral y decirnos personas civilizadas? El fanatismo lo pudre todo y el deporte no es una excepción.
 
Cada vez que veo en la televisión las imágenes de personas desencajadas insultando a futbolistas porque llevan una u otra camiseta, escudados en un "amor" absurdo e irracional a unos colores, cantando estrofas racistas, caminando por la calle entre policías a caballo porque son aficionados del equipo visitante y hay que "escoltarlos" como si estuviésemos en guerra, o increpando a los profesionales mientras entrenan porque han perdido un partido por goleada, o peleando como fieras entre gestos obscenos,  y miradas de auténticos desquiciados....siento miedo pero sobre todo una tremenda tristeza. Porque cada vez son más jóvenes los descerebrados que llevan su bufanda hasta las últimas consecuencias y no disfrutan del deporte, solo están pendientes de odiar al contrario y viven los partidos con violencia. Me pregunto cuál es la semilla de todo esto y llego a la conclusión de siempre: la educación que damos a nuestros hijos.
 
Creo que ya he comentado en alguna ocasión que Sara practica baloncesto. No lo hace mal pero nunca será una gran jugadora entre otras cosas porque le falta talento. Pero ella tiene mucha ilusión, va a entrenar tres días a la semana durante hora y media muy contenta, quiere aprender, es trabajadora y, por supuesto, le gusta ganar. Se divierte y practica deporte. Hasta ahí, creo yo, todo correcto. Los inconvenientes aparecen cuando los padres y madres se meten en el medio....Porque he observado que hay quien está convencido de que su hijo o hija es Messi o Gasol trasladando el tema al baloncesto y que ellos son sus representantes. Y eso es francamente peligroso.
 
He visto en la grada a padres y madres absolutamente trastornados, insultando a  niños del equipo rival  y discutiendo con  otros padres por si esto o aquello fue personal o penalti...  Incluso, en algún caso, elevando la tensión hasta llegar al enfrentamiento personal... El deporte es lo de menos, es solamente la  excusa para que los energúmenos o energúmenas, den rienda suelta a sus frustraciones o a sus ansias de notoriedad. Son los padres o madres los que quieren ganar, los que inculcan la falta de respeto al rival o al árbitro, los que justifican cualquier cosa con tal de conseguir la victoria y hacen de unas horas de diversión un auténtico calvario. De estas situaciones que describo a las imágenes de la tele no hay tanta diferencia y por eso me producen tristeza.
 
Yo, cuando Sara llora porque pierde, le recuerdo las palabras de su padrino "¿qué se hace cuando se pierde?" y ella, que no las ha olvidado, me contesta: "seguir entrenando". Cuando se queja de que una niña la empujó y el árbitro no pitó personal le digo que quizá no lo vio o no era para tanto. Cuando comenta que jugó poco tiempo le contesto que todas las niñas quieren jugar y hay algunas que son mejores que ella, o tienen más experiencia. Cuando critica a las rivales, le recuerdo que también son niñas a las que le gusta el baloncesto y que simplemente juegan en otro club. Y cuando gana y está feliz le insisto en que disfrute porque esa sensación es hermosa si no se vicia.
 
Y hablando de ganar... Siempre digo que el día que España ganó el mundial fue uno de los momentos más felices de mi vida. Muchos no lo entienden, otros no se lo creen, pero es que el fútbol es precioso y te da instantes especiales igual que un buen libro, un viaje, una obra de teatro, una película o una canción. No hay que estropearlo...

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Lo prometido...es deuda.

Hay momentos en la vida en los que uno se da cuenta de que está viviendo algo importante por motivos evidentes... el nacimiento de un hijo, una cena inolvidable con los hermanos, ganar un mundial, una boda...incluso un entierro. 
 
Sin embargo, con la perspectiva del tiempo, cosas que en su momento parecían intrascendentes se convierten en relevantes...porque las idealizamos, o las comprendemos mejor, o las valoramos con objetividad aunque hayan sido negativas, o sencillamente porque sentimos nostalgia de ellas.
 
La palabra nostalgia se me antoja perfecta para describir este instante: Estoy sentada delante del ordenador, escribiendo, invadida por la nostalgia al recordar los momentos vividos con mis compañeras de andanzas estos últimos 6 meses. Si, siento nostalgia de ellas y aún no se han ido....De hecho, no puedo concentrarme porque el whatsapp no deja de sonar y sus mensajes siempre me hacen sonreír... Yo sé que lo que ellas buscan es que llore....pero no lo van a conseguir!!! 
 
La nostalgia no me entristece, al contrario, hace que me sienta afortunada de haber vivido momentos estupendos con ellas. Lo he repetido varias veces estos días cuando comentábamos que ya quedaba poco para terminar. Lo que tenemos como grupo, como personas, es muy difícil de conseguir. Cariño, generosidad, compañerismo, sentido del humor, lealtad... Hemos estado unidas en risas y llantos, nos echamos de menos y somos conscientes de que la vida va a seguir y ya no nos veremos todos los días, pero tenemos muy claro que "lo nuestro" ha sido y es especial.
 
Vivimos como propio el dolor de Visi, admiramos su fortaleza y su capacidad para sonreír cuando pilares de su vida se derrumbaron.
Sentimos la preocupación de Pepa, que con sus lágrimas por sorpresa el último día de alemán nos encogió el corazón.
Reímos con MaryJoe...Su extraordinario sentido del humor, siempre consigue arrastrarnos y arrastrarse a sí misma a un lugar donde los problemas se hacen más pequeños y las risas más grandes. Nos encanta Sonia, su silencio sabio y su capacidad para sorprender, la honestidad de su corazón y la valentía en su vida diaria.
Nos equilibra Nuria, por eso de que es sicóloga y si me hace caso monta una consulta en un garito y se forra con nosotras.
Y su hermana, Vero, divertida, joven, nos aporta un punto entre inocente y acelerado que nos devuelve a los 20...Pobrecita, la tenemos aburrida con tanto discurso sobre la vida!!!
La ternura nos inunda al mirar a Paula porque parece frágil pero su interior está curtido en mil batallas y es solidaria y conciliadora.
Admiramos a Dolores y no sólo por su validez como profesional que es incuestionable, sino porque es generosa como compañera y un alma sensible, deliciosa y firme.
Queremos mucho a Arantxa, la divina, la detallista...inteligente, siempre dispuesta a ayudar, nunca se rinde, insiste, lucha y consigue. Lo tiene todo para dejar huella.
Y mi coach, Noa, la que nos trae de cabeza con su lenguaje informático, su chispa maravillosa a primera hora de la mañana, su integridad como persona, su sensibilidad y su aplomo.
 
Evidentemente en esta descripción falto yo... No me corresponde en este momento definirme en una frase, más que nada porque ya utilizo el blog de vez en cuando para eso y es aburrido hablar de uno mismo. Diré, eso sí, que las he hecho sonreír y en algunas ocasiones les he complicado la vida....Bueno, y algún que otro "tumulto" he montado.
 
Tengo la sensación de que todo esto mezclado es un cóctel explosivo...en el sentido más positivo de la palabra.
Así que, estaréis de acuerdo conmigo, lo más razonable es aprovecharme y conservarlas en mi vida a todas y cada una de ellas. Asistiendo a la dirección... "Pa mi pa siempre".