sábado, 8 de diciembre de 2012

Las orquestas parte IV: los compañeros/as.

Ahora que llevo unos cuantos años alejada de la farándula (alejada muy entre comillas, más bien debería decir "retirada") he pensado aprovechar el blog para realizar una especie de repaso a groso modo de las personas que me he encontrado a lo largo de mis años en las orquestas. Porque como en cualquier trabajo te encuentras de todo: los que reman para que las cosas funcionen, los que sencillamente suben al barco y se dejan llevar por la pereza, o la comodidad, o una mezcla de ambas cosas y los que reman en sentido contrario.
 
En mi caso particular, en general, he tenido suerte... o me la he merecido, según se mire. Conocí en mis años en la música personas maravillosas que me aportaron tranquilidad, madurez, sabiduría, respeto y una perspectiva amplia de la vida. Con alguno de ellos me unió desde el principio una afinidad maravillosa tanto en lo profesional como en lo personal. En lo profesional, esa conexión dio como resultado años de un trabajo hecho con honestidad y alegría, con sus luces y sus sombras pero siempre con una entrega y lealtad absoluta.  Y en lo personal, una amistad duradera y auténtica. Pero también he tropezado con personajillos inseguros, mentirosos, llenos de envidia y carcomidos por egos enormes y frustaciones aún mayores. Pero sobre todas las cosas, ignorantes... De estos últimos conservo haber sido capaz de cultivar la paciencia, rasgo que no formaba parte de mi carácter y, sobre todo, olfato para reconocer cierto tipo de actitudes, lidiar con mano izquierda las dificultades que crean y salir airosa y tranquila.

Hay que tener en cuenta que llegué a las orquestas muy joven, de casualidad, casi empujada por amigos y familiares y que, cuando me di cuenta de lo que realmente era aquello ya estaba envuelta en una espiral vertiginosa... estudiando, trabajando, ganando dinero y viviendo a mil por hora. En un abrir y cerrar de ojos y después de varios años en orquestas semi-profesionales, casi de amigos, llegué a una orquesta "famosa", profesional y exigente que cambió mi vida.

Me costó adaptarme, entenderlo, y hacer de ello la escuela complementaria a la facultad que me hizo la persona que soy. Y siempre les estaré eternamente agradecida por ello. Era extraño mantener "oculta" la actividad nocturna que me hacía desaparecer en ocasiones puntuales del ambiente veinteañero de Santiago, para convertirme en la chica que se transformaba al subir al escenario y compartía horas de viajes y actuaciones con 14 hombres que me llevaban como mínimo 10 años (salvo excepciones contadas) y cuyos intereses, aficiones, vidas y gustos (incluso los musicales) nada tenían que ver conmigo. Es lo que tiene llevar una "doble vida". Y lo era literalmente. Muchos de los compañeros de facultad nunca supieron de mi trabajo. Y algunos que eran ya más que eso se enteraron cuando me vieron en el escenario en las fiestas de su pueblo...jajaja. Y casi les da un infarto!!. Ese anonimato con el que me protegía al principio no hubiese sido posible hoy en día, en la era de las redes sociales, youtube y grabaciones de teléfono móvil.

Cuando eres novata en los tiempos en los que yo llegué a Los Satélites (octubre de 1993 para ser exactos) es importante tener la cabeza amueblada y dejarse aconsejar... aunque luego una hace lo que le da la gana como corresponde a los 21 añitos recién estrenados que tenía cuando entré. En aquella época, era dueña de una soberbia a prueba de bomba, un carácter impulsivo y directo que me ayudó y perjudicó a partes iguales y una indecisión absoluta sobre el lugar que ocupaba en ese mundo que no sentía como mío pero que me arrastraba. Por otro lado era inteligente, quería aprender y me daba cuenta de que tenía un don especial: cantar. Y que para manejar todo lo que se me venía encima debía formarme, conocer los entresijos del mundillo y respetarlo (donde se come no se caga, que diría el Pibe), cuidar los detalles y  evolucionar hasta convertirme en una auténtica profesional.

Ahí es dónde entra en juego la calidad de las personas que te rodean. Calidad profesional y personal, por supuesto, a pesar de que yo tengo la teoría de que se va a trabajar, no a hacer amigos y que si cada uno sabe lo que tiene que hacer y lo hace con respeto, todo lo demás vendrá rodado... Pero como en toda profesión que tiene que ver con el arte, las susceptibilidades, la vanidad, el endiosamiento y el orgullo complican mucho las cosas.

Yo he tenido compañeros cuyo rendimiento variaba en función de la cantidad de amigos, familiares, fans o pelotas que estuviesen en la fiesta observando toda la actuación y preparados para darle la palmadita en la espalda en cuanto bajasen, es decir, cosas tipo..."tu eres el mejor, sin ti la orquesta no es nada, no te montan temas para que luzcas, te tienen envidia..." o lo que es lo mismo, un repertorio amplio de estupideces que envenenan el ambiente y hacen que el inseguro se sienta atacado y vea fantasmas que le perjudican en cada esquina. Nada peor que un/a cantante rodeado de un séquito de personajes que le doran la píldora y le convencen de que es imprescindible

También he compartido escenario con tipos que tocaban mucho con la lengua y poquito con el instrumento, o sea, los que antes de entrar en el ensayo por primera vez ten cuentan mil batallas de todos los lugares míticos en los que han tocado con gente de primer nivel internacional. Pero luego, cuando le ponen el papel del merengue delante no dan una.

Por supuesto no faltan los que suelen estar enfermos cuando tienen que cantar en tonalidades en las que jamás deberían haber ensayado los temas, o los que no se estudian sus voces, los que llegan tarde o los que beben más de la cuenta. También es común el que nunca está contento con nada de lo que se hace pero tampoco propone una idea para mejorar, el que jamás se escucha a sí mismo desafinar a pesar de que se graben actuaciones y lo aprecie hasta un sordo.
A unos cuantos les cuesta reconocer un error, no les gusta que se les diga que algo está mal y buscan mil excusas diferentes para justificarse, la mayoría absurdas...Una de las más habituales es "no tenía monitor"o "hay mucho barullo de fuera"

Sin embargo, como decía más arriba, por suerte para mi, a lo largo de mi años en las orquestas he vivido muchas más luces que sombras en todos los aspectos. He trabajado con buenos músicos que han sabido educar mi oído y mi voz, que me han ayudado a "culturizarme musicalmente" y que me han corregido e incluso "reñido" cuando lo he necesitado. Personas con las que compartes horas de viajes, enfados y risas, que te aconsejan, te hacen pensar y te ayudan a ser mejor. Yo siempre me he sentido querida y valorada por mis compañeros, salvo excepciones lógicas y por distintos motivos. Con el transcurrir de los años, aprendes a conocerles, convives con sus defectos y sus virtudes, conoces a sus familias, ves crecer a sus hijos e incluso nietos y, por desgracia, vas al entierro de alguno de ellos.

Pero la influencia más definitiva en todo lo que he conseguido como profesional han sido Lenny, el Pibe y Saavedra. El Pibe (DEP), por sus conocimientos, su ansia de perfección y su manera directa de decir las cosas. Supo exprimir mi talento, exigirme el máximo, y valorar el esfuerzo cuando lo había... porque de sobra sabía él que me estudiaba los temas en el coche camino del ensayo y que casi siempre podía dar un poco más. Saavedra por su sentido práctico y su entrega al trabajo. Me escuchaba y yo a él y aún sin estar de acuerdo en ocasiones, sabíamos encontrar un punto intermedio. Es, además, una persona que siempre me ha demostrado cariño y lealtad aún cuando mi carácter no se lo ponía nada fácil. Y sé que siempre estará al otro lado del teléfono si algún día le necesito.

Pero, para mi, lo más de lo más ha sido Lenny. A pesar de que no empezamos con buen pie...su dominio de lo que era el escenario, su peso como profesional y su dedicación sin desfallecer me cambiaron en lo profesional y también en lo personal. Creo que la palabra que le define como compañero es la generosidad. Todo lo que hace y dice siempre es pensando en el bien del grupo y cualquier cosa que otro aportaba para intentar mejorar siempre era recibida por él con alegría. Yo suelo definirlo como un artista completo... una persona que si no saca lo que tiene dentro su cabeza le estalla. Su imaginación no tiene límite y su capacidad de trabajo, tampoco. Es constante, concienzudo, disciplinado, autocrítico, tiene clase, es elegante,  alegre y muy muy generoso. He vivido con él situaciones disparatadas en el escenario que todavía recuerdo con una sonrisa y también momentos de una empatía total que son difíciles de explicar. En lo personal, me aportó equilibrio y capacidad de reflexión. Charlábamos mucho y además de cualquier tema. Yo era una cría que iba de sobrada y él sabía frenarme para que pensara con perspectiva sin pretender darme una lección cada día. Y en el escenario ha sido mi maestro, mi guía y mi mejor partenaire.

El recuento de compañeros con los que he trabajado es francamente complicado, porque a algunos los he olvidado deliberadamente, a otros ya casi ni los recuerdo, porque solamente coincidimos una temporada o porque la relación era cordial sin más. Cada vez que me encuentro con alguno siento alegría y nos saludamos con afecto. A los que todavía están en activo procuro acercarme a "visitarlos" si trabajan cerca porque conservo una buena relación y me gusta verles. Y lo cierto es que siempre recibo besos, abrazos, risas y muchos halagos. Les recuerdo con cariño y admiración y sé que es recíproco. Y sentir eso es estupendo.

Ahora que mi vida es radicalmente diferente y con la distancia de los años, valoro mucho más y mejor todo aquello.  Así que a los que compartieron esfuerzo y entusiasmo conmigo en aquel camino, gracias.  Y a los que me pusieron piedras en él esperando que tropezara...también.